domingo, 15 de noviembre de 2009

Imaginando estar enajenado


Siempre me ha gustado imaginar escenas con otras personas una y otra vez. Buscando miles de posibilidades. Escenas como disputas, discuciones, encuentrosafectivos, o yo en vida de otros. Cosas comunmente imaginarias que podrían pasar en caso de que yo no pensara tanto. Hay momentos en que disfruto tanto de mis pensamientos que parto del momento intentando disfrutar más de ellos, son psicotrópicos. Después les encontré una utilidad extra, como decidí hacer todo por gusto. Cuando hay algo que me disgusta me enajeno y asi disfruto ese momento y no lo desperdicio. Hoy fue un claro ejemplo de ello, estuve haceidno un deber que no queria hacer, no porque fuera tonto o feo, pero solo quería leer a Cortázar y quedarme en mi casa. Salir el único que día que destino a sentarme a pensar. Me molestó mucho salir y además detesto el sol y hoy no había ni una sola nube.

Desde que desperté hoy pensaba en Daniel y en posibles encuentros con él. Cuando salí no podía ni concentrarme en la lectura por todo lo que corría por mi cabeza. Cuando llegue al punto de encuentro (aparte de que estaba enojado por que un taxista me estafó) no había nadie. Los esperé por una hora, hicimos rápido el deber. Todo sacado de mi mente dispersa. Y bajamos a comer a un centro comercial cercano. Yo quería ir a mi casa, cada vez me perdía más. Solo sabía que ahí no debía estar. Mis amigos cada vez más interesados en ellos mismos, estaban con una mujer e intentaban complacerla en todo. A mi como no me interesa solo quería estar libre. No sabía de que.

Me separé del grupo con la excusa de compara una Coca Cola, y me fui a dar vueltas por el centro comercial, ver gente e intentar enajenarme. Llegué a un punto en donde imaginaba que estaba enajenado. Porque por mi mente no corrian historias sino que pasaba lo que via en cámara lenta estaba en un mundo paralelo con ventana a este. Me sentí tan extraño que regresé me despedí y me marché. Estaba tan desesperado por sentir más de eso o saber al menos que era que cometí algunos errores, como intentar bajar por escaleras electricas de subida; me di cuenta cuando me choqué con los que subían. Luego también entré a la estación de metro en sentido equivocado y cosas así. Pero todo porquerer no estar ahí.

Luego Cortázar suplió ese vacio con sus historias de cronopios y de famas.

Nota: lamento los errores narrativos pero sigo un poco enajenado

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